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Un día, un nuevo tipo de teléfono
que podías usar para llamarte a
ti mismo apareció en el mercado.
Todo lo que uno tenía que hacer
era marcar un cierto número y
uno sería conectado de inmedi-
ato consigo mismo. La calidad de
la recepción era tan buena que la
voz en el otro lado de la línea son-
aba como si viniera del mismísimo
cuarto. Inevitablemente, había un recelo
general para usar este teléfono,
pues nadie sabía realmente qué
tipo de respuesta iban a recibir
cuando se llamaran a sí mismos
repentinamente por la primera
vez. ¿Qué si su llamada inespera-
da era considerada una invasión
impertinente de la privacidad?
Eventualmente, estos miedos se
desvanecieron mientras la may-
oría encontraban que eran salu-
dados con calidez y entusiasmo,
y sus llamadas eran vistas como
una sorpresa agradable. Hablar
contigo mismo era como hablar
con un amigo querido que no has
visto en un buen tiempo y la con-
versación fluía fácilmente.
Las personas corrieron a
comprar este nuevo in-
vento, que había recibi-
do el nombre de marca
“yoPhone”.